Celia, desesperadamente pobre, consigue un trabajo como empleada doméstica en la mansión DeMaian, algo que incluso las hormigas se resisten a hacer, como si estuvieran a punto de ser vendidas. La gente está desapareciendo, el dueño es un creyente del diablo, etc… Circulan rumores feos, pero contrariamente a los rumores, los dueños son amables con Celia y ella gradualmente se enamora de su encanto.