El renombrado escultor, padre de Héctor, fallece justo antes de revelar su obra maestra, Miseong: David. Mientras revisa la herencia de su difunto padre, Héctor descubre una enigmática villa y decide visitarla. Al llegar, encuentra a un joven llamado, cuya identidad y pasado son un completo misterio. En el momento en que Héctor posa sus ojos sobre él, se da cuenta de que el joven es la inspiración detrás de Miseong: David, y una extraña curiosidad hacia él surge como parte del legado de su padre.
«Qué raro. ¿El hombre que nunca me compró ni un juguete decente me dejó algo como esto?»
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