Una chica plebeya. Olivia no desarrolló inmunidad a esas palabras repugnantes. Títulos como la primera universitaria y la mejor graduada perdieron su significado. Pero un día… La familia real de Herod le ofreció la flor real, Noah Astrid. Aunque parecía una flor llena de veneno, no había forma de no sostenerla, y ella no pudo evitar amar la primera flor que sostuvo. Porque era como la salvación. "¿Dónde está la princesa? ¿Se supone que asistirá a un evento conmigo hoy?" El cínico y santurrón rey de Herod, su suegro. "Olivia. Si hay algo que te moleste de Noah, dímelo cuando quieras." Una hermosa reina, su suegra. "Te quedarás conmigo hoy, ¿verdad?" Incluso el lindo miembro más joven de la familia real amaba a Olivia. A excepción de una persona, su marido, Noah Astrid. Se arrodilló, le puso los zapatos y le acercó un vaso de agua a la boca, diciéndole que lo bebiera. Luego, susurró con crueldad con ese rostro hermoso. "Piensa bien en lo que debería haber recibido y lo que tienes que pagarme a cambio de casarme contigo. No es difícil" Lo que debe pagar por su salvación Era lo que más odiaba en el mundo.